Por el simple hecho de participar en política, un ser humano se hace merecedor de toda la animadversión y la crítica.
Es eso lo que ha llevado a los novatos a esconderse del ataque con el argumento débil “yo no soy político”, como si solo con esto, se les puede permitir hacer o decir cualquier cosa.
Un outsider es alguien que se presenta en las dinámicas democráticas ante situaciones de crisis y descontento ciudadano, algo que casi nunca falta. Suelen ser figuras carismáticas, frescas y renovadoras que prometen cambios y reformas, provienen del emprendimiento empresarial, el arte, la academia o el deporte, su falta de pericia puede ser vista como una ventaja, al no tener vínculos con partidos tradicionales, ofrecen una perspectiva diferente.
Sacan provecho de su carisma y las dificultades del tradicionalismo para surgir como figuras prominentes, al final del día, muchas veces, no todas, terminan convirtiéndose en más de lo mismo y hasta siendo peores que la enfermedad que prometen curar.
El fenómeno no es exclusivo de un país o región en particular, es simple, corresponde a la respuesta que requieren el malestar ciudadano y la desconfianza hacia los mismos de siempre, ahora, el lío para estos vendedores de sueños, se asocia a que carecen de experiencia y equipos sólidos para respaldar sus propuestas.
En la medida que estas figuras nuevas comiencen a entender la relevancia de evitar decisiones imprudentes y sean más claros en sus precisiones, tendremos el verdadero cambio que tanto requerimos y que no responde a cuestiones de ideología.
Si son sencillos, empáticos, consecuentes, honestos, tranquilos, inteligentes emocionalmente, ¿qué importa si son o no políticos?… Pues bien, la idea es que comiencen a hablar de expectativas realistas sobre su capacidad para generar cambios, ahí está la clave.
A menudo, su discurso se centra en la antipolítica y la promesa de “revolucionar” el sistema, eso es atractivo para votantes descontentos, pero no necesariamente se traduce en acciones efectivas una vez en el poder.
“Cuando aclaras que no eres, sin darte cuenta, ya eres”.
Por: Freddy Serrano Díaz – Estratega Político