Si bien la capacidad política no depende del género, sí de habilidades y valores individuales.
Promover la igualdad de oportunidades para todas las personas en democracia es un propósito y en ese sentido, muy valiosa está siendo la presencia cada vez más representativa de las mujeres.
Por fortuna la discusión se ha distanciado de las diferencias biológicas, psicológicas o sociales, es simple: el electorado exige y allí están ellas para entenderlo, escucharlo y ayudarle a resolver.
Lejos de disputas entre faldas y pantalones, lápiz labial o trabajos rudos, sutileza versus fuerza muscular, ellas suelen ser más expresivas, comunicativas, organizadas, emocionales y empáticas, mientras ellos en equipo suelen acertar más hacia la lógica y el análisis.
Tradicionalmente se dijo que los roles de la mujer están asociados a la familia y el cuidado, nada más cercano a lo que con toques de autoridad hoy espera la gente, por eso la constante evolución de las mujeres en un escenario hasta hace poco destinado a los hombres.
Es importante destacar que las diferencias no son absolutas y pueden variar de persona a persona, pero para construir sociedades justas y saludables, hace falta que se “genere género”, la respuesta a los cambios está en entender que “si hay igualdad, nada será igual”.
Cada vez somos más los que creemos en la relevancia del papel de las mujeres en política, los que aplaudimos la extinción necesaria de ofensivos y sexistas, esos que desacreditan la capacidad y competencia de ellas; somos más los que con ilusión y a sabiendas que también se equivocan, le damos el lugar que corresponde a nuestras mujeres mejores.
Por: Freddy Serrano Díaz – Estratega Político