La robótica ha emprendido un nuevo camino en el que estos artefactos ya no trabajan solo en fábricas o ambientes controlados, sino que interactúan cada vez más con los humanos, lo que requiere de un nuevo paradigma en su concepción: comienza la era de la robótica blanda.
Blando no solo significa aquí suave o flexible por el tipo de materiales que se emplean para construir estos robots, sino que hace referencia también a su comportamiento y forma de desplazarse, por lo que una de las fuentes de inspiración para su diseño es la naturaleza y algunos animales.
Este nuevo tipo de tecnología es uno de los temas capitales de IROS 2018, el mayor congreso de robótica del mundo, que se celebra hasta mañana en Madrid y al que asisten unos 1.200 expertos en la materia.
Hasta ahora, el diseño de robots -especialmente los industriales- se centraba en que fueran “más rápidos, más poderosos y más precisos”. Los blandos “quiere mantener todo eso, pero además que sean reconfigurables, adaptativos y más seguros”, explicó a Efe la profesora de la Escuela Politécnica de Lausana (Suiza) Jamie Paik.
“La robótica blanda es un nuevo paradigma” para una sociedad en la que estas máquinas se integrarán cada vez más en la vida cotidiana, por lo que no se puede tener en cuenta solo su rendimiento, sino que hay que pensar en cómo interactúan con las personas y que sean seguros.
Este es un sector que crece rápidamente en todo el mundo y “un campo completamente abierto a la imaginación donde todo es posible” y es que hay “muchos tipos de robots. No hay un solo material o un solo método de diseño que lo definan”, pueden ser “incluso ponibles” dice Paik con pasión.
Robots con forma de pulpo (animal que no tiene esqueleto), de gusano, que reptan como serpientes, en forma de aspa o capaces de surgir de un material plano con la técnica del origami. Una característica común es la ausencia de articulaciones duras, que son casi obligatorias en los tradicionales.
Su naturaleza blanda les permite adaptarse mejor al entorno en que trabajan, realizar tareas de forma autónoma e, incluso, reconfigurarse para cumplir otra misión, ya sea en un hogar, en zonas de catástrofe para llevar ayuda o, en tamaños muy reducidos, usados en medicina para métodos poco invasivos.
Esta nueva generación de robots requiere de más investigación en materiales, para lograr la flexibilidad que les caracteriza, pero también la identificación de otros ya existentes. “En ocasiones contactamos a una empresa por un material que nos interesa y nos dicen: ‘¡Oh!, pero ¿quieres usar esto para un robot?'”Efe