En una abominable historia, una banda de microtráfico inducía niñas a las drogas ilícitas y luego las abusaba sexualmente y para convertirlas en expendedoras.
A plena luz del día, esta estructura le vendía las dosis a mujeres en parques y espacios públicos del municipio de El Rosal, Cundinamarca, buscando inducirlas a la drogadicción.
Luego de alcanzar su objetivo, las obligaban a tener relaciones sexuales con ellos como forma de pago para entregarles más estupefacientes.
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