Hay pocos arquitectos con el perfil y merecida fama de Richard Rogers, quien, a sus 84 años, se ha caracterizado, siempre, por su amplio uso de tecnologías de punta en sus diseños arquitectónicos – un hecho que se demuestra en otros de sus proyectos, como lo son el Parlamento Europeo, y el Centro Pompidou en París. El británico visitó Bogotá, para supervisar el avance del complejo Torres Atrio, en el centro de la capital colombiana.
Atrio, que se compone de dos torres, de 42 y 62 pisos, (primera de las cuales se proyecta terminada para el año 2019), cuenta con un diseño social y económico. La construcción en acero y cristal busca obtener la calificación LEED, por su uso energético eficiente y sostenible.
Este proyecto tendrá un impacto socioeconómico considerable, fomentando la modernización de Bogotá, y catapultando a la metrópolis al nivel más alto de la sofisticación arquitectónica del mundo moderno.
Rogers, quien trabaja de la mano de la empresa QBO Constructores y Arpro/Ellisdon, apuesta a que el complejo, ubicado sobre la Avenida El Dorado, realmente dará nueva vida al sector, que ya cuenta con considerables sitios de interés, como el Planetario de Bogotá, entre otros. Esto último se ajusta muy bien a la filosofía de Rogers, quien considera a los espacios públicos de Atrio como los epicentros urbanos que permiten los encuentros e interacción entre los ciudadanos.
El impacto que este proyecto generará en este sector de la capital es significativo, y se estima que se fomentarán soluciones para millares de personas que transitarán diariamente por el lugar.
Entrevistado ya anteriormente en tierras colombianas, el arquitecto se ufana de un sentido práctico a sus diseños, en armoniosa simbiosis con consideraciones estéticas.
“Nadie agradecería si diseñara una silla poco funcional”, afirmó, sin embargo, valora el arte en el diseño como técnica arquitectónica para coadyuvar al bienestar del ser humano.