Colombiamoda, incluyente con víctimas, modelos andróginos y chicas curvy

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La 28 edición de Colombiamoda, que concluye hoy en Medellín, tuvo negocios por 179 millones de dólares, 55 % menos que en 2016, y rompió paradigmas al incluir en las pasarelas tallas grandes, víctimas del conflicto armado, sobrevivientes de cáncer y modelos tatuadas, con cicatrices e incluso andróginos.

“Cerramos con 179 millones de dólares en expectativas de negocios, lo que reitera el ejercicio dinamizador de la feria”, dijo a Efe Carlos Eduardo Botero, presidente ejecutivo del Instituto para la Exportación y la Moda (Inexmoda), organizador de la feria.

Sin embargo, la cifra “evidencia que la economía del país presenta síntomas de desaceleración, algo a lo que la industria textil-confecciones no es ajena”, explicó.

Pero, más que ganancias, este año la actividad que reunió a 13.600 compradores de 50 países, hizo posible que ciertos tipos de personas, discriminadas por diferentes razones de los grandes eventos de la moda, tuvieran cabida y acogida en cada una de las 69 pasarelas que se pudieron apreciar.

De este modo, la sensación que quedó en el ambiente es que los cánones de la belleza han cambiado y ya no se acercan a la “inalcanzable perfección” que pretendían vender las marcas sino a lo real y no por ello menos hermosa.

El primer impacto lo causó Leonisa, una de las más importantes marcas de ropa interior hecha en Colombia y que en el pasado tuvo en sus pasarelas a las “impresionantes” Isabeli Fontana, Nina Agdal y Natasha Barnard, entre otras.

Este año le apostó a las “chicas curvy”, como se denomina actualmente a las mujeres con curvas, que lucieron sin reparo alguno su celulitis y flacidez al presentar la colección “Como tú ninguna”, con la que la firma quiso transmitir un mensaje de respeto por el cuerpo y de amor propio.

También Elena Plus Clothing y Rebell mostraron tendencias inspiradas en una mujer revolucionaria que sabe que se puede ver atractiva sin importar su talla.

El espacio que se abrió en Colombiamoda fue aplaudido por María Jiménez Pacífico, la primera “top model” colombiana de tallas grandes, y por las blogueras Adriana Converse, Laura Agudelo y Marcela MCcausland que desde las redes sociales buscan el reconocimiento de quienes no cumplen con las exigentes medidas 90-60-90.

Sorprendió también que el desfile de María Luisa Ortiz y Diego Guarnizo, “Rosa María”, fuera abierto por una sobreviviente del cáncer, que modeló orgullosa de haberle ganado la batalla a la enfermedad, de la que le queda como evidencia la falta de cabello.

Lo mismo hizo Jorge Duque que en su futurista colección, en la que reinaron las resinas sintéticas, los metales y cristales, hizo alusión a la vida y la muerte, las salas de cirugía y al cáncer que padeció uno de sus allegados.

En Colombiamoda 2017 estuvieron también presentes las víctimas del conflicto armado que hicieron parte de diversos proyectos.

Uno de ellos fue liderado por el modisto Juan Pablo Socarrás, quien sirvió de asesor de la iniciativa “Vivimos pacíficamente”, que integran 60 empresarios afectados por grupos armados, y que ayudaron a crear la colección “Volver a comenzar”.

Otro ejemplo de inclusión es el de Natalia Ruiz, una estudiante de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín que con su marca “Semillas de resiliencia” busca aportar acciones de paz en el escenario del posconflicto en la comuna ocho de la ciudad, mayoritariamente habitada por desplazados, mediante la elaboración de delantales para los niños de bajos recursos.

Igualmente, la exvirreina universal de la belleza Taliana Vargas promocionó “Semillas de alegría”, una colección de bolsos cuyos ingresos por venta estarán dirigidos a la Fundación Casa en el Árbol que beneficia a menores de edad y mujeres de sectores vulnerables, reseña Efe.

Finalmente, dejó boquiabiertos a quienes disfrutaron de la feria la presencia de Dave Castiblanco, un joven de 23 años, que se convirtió en el primer modelo andrógino en pisar la pasarela más relevante de Latinoamérica, con lo que quedó en evidencia que la moda más que disgregar se está convirtiendo en un espacio de inclusión y de aceptación de las diferencias.