Cada vez que la crítica se ocupa de señalar, enmendar o advertir el error de un líder, el activismo oponente se encarga de encasillar en grupúsculos al autor de una acusación, así funciona la lógica política del intrépido escudero que solo válida su forma de pensar.
Mucho trabajo le da a los apasionados idólatras entender que no todo el que critica caudillos, milita en bandos contrarios; es simple, la labor del análisis se ocupa de sentar posturas para corregir a partir del yerro.
Las cosas pueden ser diferentes cuando los apasionados integrantes del ejército militante entiendan que dar impresiones con criterio no suscribe a nadie como accionista de bandos distintos al suyo. Es asunto de contrastar que la defensa en debates, discusiones y toma de decisiones supone: “mientras la opinión se remite a creencias o puntos de vista personales, las posiciones demandan posturas, formalidad y estructura”, esto poca relevancia tiene ante el crítico cazador de errores.
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Todos, absolutamente todos los que tienen filiación, tratan de respaldar sus argumentos y evidencias: rasgan vestiduras, hacen señalamientos, ofuscan el panorama y muchas veces defienden lo indefendible; qué sano es tener árbitros que corrijan, enmienden e inviten a construir verdaderos cambios, esos que están lejos de pujas sin sentido y que, por su carga dialéctica y emocional, nos distancian de garantizar un futuro mejor para nuestros hijos.
Devolverle la confianza a lo público, escuchar a la gente sin estigmatizarle por su forma de ser, evitar los retadores discursos trasnochados cargados de odio y auspiciar la libertad de pensamiento, es permitirnos construir sin miedo a morir por decir lo que pensamos.
Versiones, no verdades, todo no se puede plantear desde el activismo. El problema es que cuando un adversario merece mi atención, obtiene también mi preocupación y así funciona, es decir, responder a un ataque con más ataque, da fe de la afectación recibida.
“La próxima vez que le critiquen, deles la razón y pídales solución, ya verá cómo, ni con eso basta”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político
