La confrontación entre líderes hace parte de las dinámicas políticas contemporáneas, esas donde el que pelea defiende intereses de su país.
Desafiar adversarios muy fuertes y sin la más mínima probabilidad de éxito hace parte de la conducta torpe y recurrente en algunos mandatarios, esos que ungidos por el aplauso adulador del cobero, terminan embriagados de poder pírrico, se sienten inmortales, inigualables e influyentes ante un auditorio que se va quedando vacío.
La confrontación entre líderes hace parte de las dinámicas políticas contemporáneas, esas donde el que pelea defiende intereses de su país, habla de proteger la soberanía, esgrime sus principios y valores, se desenvuelve buscando demostrar fuerza y liderazgo, en fin, todo está asociado con la búsqueda de heredar legados solo recordados cuando son los ganadores, los responsables de escribir la historia.
La confrontación con líderes más poderosos también hace parte de una estrategia para desviar la atención sobre problemas internos y unir pueblos entorno a una causa común, no cabe duda, los conflictos y tensiones generan cercanías temporales que con el tiempo no conducen a ninguna parte, se diluyen y olvidan.
El deseo hace de las suyas, se manifiesta en discurso populistas simples de entender, complejos de ejecutar; que fácil se ha vuelto para líderes mandatarios, motivar discusiones fútiles e inútiles para auspiciar controversia y desviar la atención.
Se hacen llamar demócratas, pero no respetan la autonomía de pueblos distintos al suyo, su condenación personal es que son “influyentes pensadores”, creyendo que su apellido será recordado por la historia mundial con letras doradas.
Aportar dagos puntuales de algunos líderes cuyos actos representan lugares comunes, desviará tanto la atención como sus vacuas peleas, no vale la pena servir de caja de resonancia pero sí advertir que es fundamental recordarles sus obligaciones locales.
“Graduar de enemigo a un poderoso tiene una utilidad pasajera cuando su atención se centra en nosotros los aparentemente débiles, tal vez mañana él como el pueblo se olvide que existimos”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político





