El de hoy es un mundo de conexión con falsos amigos y verdaderos enemigos, obtenemos gratificación instantánea con “me gusta” y comentarios.
Ocho horas de sueño y cuatro horas promedio de internet suma al día un latinoamericano, es decir, un poco menos de la mitad del tiempo se está gastando en ocio y descanso, es preocupante, muchos ya no quieren salir a la calle.
No cabe duda, las plataformas digitales están diseñadas para captar nuestra atención y mantenernos enganchados, estimulan los sentidos y generan una respuesta emocional inmediata, el de hoy es un mundo de conexión con falsos amigos y verdaderos enemigos, obtenemos gratificación instantánea con “me gusta”, comentarios, recompensa y placer alejado de lo tangible.
Los algoritmos personalizan el gusto propio según interacciones históricas y preferencias, crean una realidad altamente individualizada, nos han involucrado en un escenario que ha distorsionado la noción del tiempo y nos atrapó en la confirmación de nuestras propias creencias y opiniones.
Estamos en medio de una dinámica tóxica y dependiente de la red, perdimos la capacidad para concentrarnos y pensar profundamente,
es decir no hay límites por ausencia del auto control.
Esa verdad evidente que conocemos como Internet, en política permite llegar a audiencias amplias y diversas, influir en la opinión pública y digital, sin embargo ha puesto en riesgo la interacción cara a cara con las personas, “salir a la calle”, entender profundamente las necesidades y preocupaciones de la gente, eso que el algoritmo aún no resuelve, pues hace parte del pensamiento secreto de cada individuo, el que lo mantiene distante del deseo frío y aspiracional reflejado en la red.
Volver al territorio es determinante, la presencia física permite construir comunidades fuertes y cohesionadas, así las cosas el que quiera hacer política que entienda: “Vale la pena una combinación de enfoques territoriales y digitales, esa será la estrategia más efectiva”.
Políticos de carne y hueso, no robots con respuestas impersonales dedicadas a “dejar en visto”, es momento de “volver a la calle”.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político
