“Cuando escribes de lo que no te deja vivir empiezas a vivir” Abad Faciolince

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Foto: @hectorabadf

Que la escritura es una suerte de ansiolítico lo sabe muy bien el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, al menos así lo considera con motivo de la publicación de sus diarios íntimos porque escribirlos le sirvieron para llevar una vida “más normal, para no ser un loco”.

Fue un 30 de diciembre, en Florencia, cuando con 27 años decidió arrancar esta escritura “tal vez” para darse cuenta de la “infame medida” de sus pensamientos. Toda una declaración de sinceridad consigo mismo que inconscientemente el autor del aclamado “El olvido que seremos” comenzó, porque cuando pones por escrito lo que no te está dejando vivir “empiezas a vivir”.

Por eso en estos diarios que van de 1985 a 2006 -escritos en alrededor de 35 libretas- el lector no tendrá la oportunidad de conocer las partes felices de su vida, sino que se asomarán a una “alcantarilla” donde ha echado lo “peor”, “lo insoportable” de su existencia.

“Sí que nos damos cuenta de cuándo somos felices, pero no lo escribimos porque estaríamos perdiendo minutos de vida para ser feliz. La infelicidad se vive en soledad”, apunta.

Y aunque podamos considerar que se ha tratado de un ejercicio de valentía, sobre todo en estos tiempos donde mostrar las miserias parece estar prohibido, para Abad Faciolince (Medellín, Colombia,, 1958) no lo es tal porque siempre se ha considerado “muy cobarde”.

No se siente así cuando escribe, porque este ejercicio de enfrentarse al folio en blanco le convierte en alguien “casi temerario”: “Concibo la escritura como un ejercicio de verdad, y si no es así me parece inútil. También la ficción, pero en ella hay una voluntad de estilo”.

Justo lo que no hay en este libro, porque los diarios están escritos “con hipo”, ya que tienen saltos temporales, y el lector verá cómo no todos los días escribía sobre sus pensamientos.

Sobre ese “joven” que quería ser escritor, ese joven que se debatía entre tener o no hijos, ese hombre que reflexiona sobre la política de su país (aunque no es un tema en el que se detenga mucho), sobre la literatura o sobre su relación con al tabaco, un vicio que considera una “traición a si mismo”.

Aunque en estas más de 600 páginas, cuando avanzamos en su vida, nos enfrentamos a un Abad Faciolince que reflexiona en la intimidad sobre la pareja perfecta de la que no sabes por qué pero te alejas o de la imperfecta a la que te quedas enganchado. Es decir, habla de su relación con las mujeres a las que ha amado, deseado, o las dos cosas a la vez.

Ésta fue la “peor” parte de escribir al sentir que estaba “exponiendo” su intimidad. Así que para rebajar el peso del cargo de conciencia, y de alguna demanda, les consultó -no así a sus ex esposas- que iba a publicar estos diarios.

“Les di tres opciones, dejar su nombre tal cual, cambiar su nombre y rastros personales o sacarlas del libro. Las respuestas fueron de todo tipo”, recuerda con una sonrisa cómplice. EFE