Hace un par de semanas me di cuenta que perdí el contacto directo mirando a los ojos de quienes me hablaban; en un momento del estar en el “aquí y en al ahora”, caí en la cuenta del grave error y, sin dudar, lo reparé.
Y lo hice convencida de que podemos hacer la diferencia con actos sencillos, cotidianos, únicos y maravillosos, desprendiéndonos de la pena o el temor a ser rechazados.
Ser activistas del buen trato, es la mejor manera para un lograr un mundo más cordial, más amable con la humanidad, con la naturaleza, con nuestro entorno…
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Hagamos la diferencia, te invito a ser especial, a inspirar, a trata al otro con empatía. Apoya, abraza, escucha, diles que los amas, sonríeles, diviérteles, cuídalos, da lo mejor de ti, pero, ante todo, se tú mismo y amate.
La diferencia y tu felicidad
La fórmula no puede ser más sencilla. La felicidad está en ti y la irradias con este tipo de acciones que reparan y reconstruyen momentos, vidas, corazones.
Entrégate al servicio, puede sonar muy soñador, pero de eso estamos hecho los humanos, sueños que se hacen realidad. Ah, y no olvides agradecer.
