Un encierro de El Paraíso, bien presentado y con enormes posibilidades para los alternantes, no siempre aprovechadas, se constituyó en el principal hecho de la novillada de apertura de la temporada bogotana.
Los locales Sebastián Cáqueza y Santiago Fresneda, así como el mexicano Luis Manuel Castellanos, se fueron con las manos vacías. La Santamaría registró menos de media entrada.
Seis novillos toros de El Paraíso, bien presentados. Bravos tercero, cuarto y sexto, aplaudidos en el arrastre. El primero tuvo nobleza.
Sebastián Cáqueza (turquesa y oro). Saludo y palmas. Entera; y entera, más dos intentos de descabello.
Luis Manuel Castellanos (azul marino y oro). Silencio y palmas. Pinchazo y entera. Dos pinchazos y entera.
Santiago Fresneda (azul marino y oro). Silencio y silencio. Pinchazo y descabello; bajonazo y tres pinchazos.
La apertura de la temporada bogotana tuvo nombre propio: el encierro de El Paraíso. Seria y con mucho por dentro, la camada de Jerónimo Pimentel estuvo muy por encima de las condiciones de los alternantes, que pusieron voluntad sin alcanzar a descollar.
Sebastián Cáqueza abrió la tarde con una faena hecha a punta de fundamentos. Toda la lidia estuvo ejecutada desde la ortodoxia, ante un ejemplar que si bien punteó en las embestidas contó con movilidad para permitir el lucimiento del novillero. Espadazo y palmas para el aspirante.
En el cuarto de la tarde, las ilusiones que este despertó en los tendidos, por su excelente presentación y acometividad, se redujeron a nada, tras excesivo castigo en el caballo. Palmas en el arrastre.
En su primero, el mexicano Castellanos debió afrontar por igual a un animal escaso de alegría y al viento que sopló con intensidad.
El público anduvo apático y calificó con silencio a los dos protagonistas. El quinto, de buenos momentos en las primeras tandas de muleta, se apagó y terminó en las tablas. Palmas a Castellanos.
Dos capítulos muy diferentes hubo en el primer turno de Santiago Fresneda. Uno, con variedad en el capote y aprovechamiento del encastado novillo en suerte. La otra, a merced de las condiciones de su enemigo, que además lo cogió, sin consecuencias, informa Efe.
El bravo sexto, el mejor novillo toro del festejo, dejó una estela de bravura en el ruedo bogotano, sin encontrar las manos que administraran el fontanar de opciones que la gente si supo premiar en el arrastre.