La lideresa María Soto denunció que en los últimos días fue víctima de un ataque por parte de dos supuestos campesinos por su labor en defensa de los páramos.
La lideresa ambiental del departamento de Boyacá y protectora del Páramo de Ocetá-Siscunsí María Soto denunció que fue víctima del ataque de dos supuestos campesinos, a causa de sus labores de sensibilización sobre el impacto de las vacas en los páramos.
“La principal amenaza de todos los páramos (del mundo) es la ampliación de la frontera agropecuaria, al igual que sucede con la selva”, aseguró Soto.
Defensora del medioambiente desde hace más de 15 años, Soto señaló que el campesino local “se siente atacado en su economía (cuidado del ganado vacuno)” con sus labores de “educación hacia la protección del territorio”.
“Desde hace cinco años he venido recibiendo algunos ataques de diferente índole”, lamentó Soto tras recordar que en uno de ellos le quemaron la caseta turística que tenía en el parque principal del municipio de Monguí (Boyacá).
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Este último ataque que denuncia la lideresa tuvo lugar hace dos semanas cuando dos supuestos campesinos la “agarraron a patadas en una tienda”, a consecuencia de la reapertura de un sendero del páramo para el ecoturismo que, hasta entonces, estaba cerrado por las problemáticas que hay en esa zona.
UN LLAMADO A LA UNESCO
El Parque Natural Regional Unidad Biogeográfica de Siscunsí-Ocetá, tiene una extensión de más de 49.000 hectáreas y se ubica en los municipios boyacenses de Sogamoso, Aquitania, Mongua y Monguí.
Reivindicándolo como “el páramo más biodiverso del mundo” que alberga “siete tipos de espeletias” o frailejones (planta típica de este tipo de ecosistemas), Soto manifiesta que su objetivo es lograr que la Unesco lo declare como “Patrimonio Natural Mundial” y así garantizar su protección.
“Cuando deforestamos un páramo se convierte en sabana y ya no es el ecosistema original”, reitera mientras recuerda que “la vida humana” también depende de la “protección de estos ecosistemas”.
DEJAR EL PÁRAMO
Convencida de que los ataques de los que ha sido víctima en los últimos años están “muy planeados” y hacen parte de “estrategias” para lograr que salga del territorio y pare con sus luchas ambientales, Soto asegura que, aunque ahora mismo se plantea abandonar el lugar, no lo hará hasta no lograr la declaratoria de la Unesco.
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“Si logramos este reconocimiento de la Unesco, me retiro de allá, de mi lucha y me voy a hacer otras cosas, pero necesito que la Unesco nos escuche esta vez”, agrega.
Este reconocimiento, según la lideresa, vendría de la mano de la protección de los campesinos dependientes del ecosistema, así como de la conservación y recuperación de sus actividades, tradición y cultura para “volverlos a conectar con sus orígenes” y que una actividad “nueva” como lo es para ella la ganadería “no sea la de mayor impacto”.
“Hay que proteger a las familias y buscar proyectos incluyentes”, insiste tras aclarar que su intención no es “desplazarlas” de este lugar que, para ella, sigue siendo “un territorio de paz”.
Este nuevo ataque a la lideresa medioambiental se integra en el contexto de intimidación sistémica que enfrentan en Colombia los líderes sociales y defensores de derechos humanos, que ya en este año se ha cobrado la vida de, al menos, 56 personas, según el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz). EFE