En algunos países, como el Reino Unido y EEUU, los drones han llegado a introducir clandestinamente drogas en centros penitenciarios.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), un órgano autónomo de la ONU, alerta en su informe anual sobre el creciente uso de drones por parte de los narcotraficantes tanto para vigilar sus rutas de transporte como para el traslado de drogas.
Según la JIFE, Colombia, los Estados Unidos y México son algunos de los países que han comunicado incidentes en que se utilizaron drones para el tráfico, principalmente cerca de las fronteras o de centros penitenciarios.
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En 2022 la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos informó de unas 10.000 incursiones en la zona del valle del Río Grande, un importante corredor de narcotráfico procedente de México.
En Europa también se han incautado drones que transportaban drogas desde Marruecos a España, al igual que entre India y Pakistán, destacó la JIFE en su “Informe 2024”, basado en datos oficiales de los Estados miembros y de otros organismos de los últimos tres años.
Los drones empleados para el tráfico de drogas suelen operar en distancias cortas y tienen una capacidad de carga limitada, de hasta unos pocos kilogramos.
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Dado que los sistemas están equipados con tecnología navegación por satélite, los traficantes pueden programar con antelación los lugares concretos de aterrizaje y garantizar una entrega segura y precisa de los paquetes, reconoce la JIFE, encargada de velar por el cumplimiento de los tratados internacionales antidrogas.
Por otra parte, en algunos países, como el Reino Unido y Estados Unidos, los drones han llegado a introducir clandestinamente drogas en centros penitenciarios.
A diferencia de los sistemas teledirigidos que se usan en labores de vigilancia, los drones empleados para el tráfico transfronterizo suelen ser de un solo uso, con una capacidad de transporte de hasta 100 kilos.
EFE
