Óscar Pérez, el policía y actor que desafío a Maduro desde el aire

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La imagen de un helicóptero azul de la policía científica venezolana sobrevolando el centro de Caracas con una pancarta que pedía “Libertad” dio ayer la vuelta al mundo y disparó en las redes sociales los rumores de golpe contra el presidente Nicolás Maduro.

Lo pilotaba Óscar Pérez, un joven agente de esa unidad que casi al mismo tiempo que desde el aparato se disparaba contra el Ministerio del Interior y se lanzaban cuatro granadas contra el Tribunal Supremo exponía en su cuenta de Instagram, hablándole de tú al jefe de Estado, sus motivaciones y reivindicaciones al Gobierno.

“Exigimos, presidente Nicolás Maduro Moros, tu renuncia inmediata conjunto con tu tren ministerial y sean convocadas de manera inmediata elecciones generales”, proclamó este policía hasta hoy desconocido, quien instó a todos los venezolanos a apoyar su acción marchando a bases militares de toda la geografía venezolana.

El llamamiento de Pérez no ha tenido hasta el momento el efecto por él deseado, ni se tiene constancia hasta ahora de la “coalición entre militares, policiales y civiles” que, según sus vídeos, se había levantado contra el Gobierno.

Pero más de 24 horas después de su peripecia sigue sin ser detenido, ha vuelto a escribir en una cuenta de Twitter supuestamente de su propiedad y se ha convertido en una celebridad en el país que dijo querer salvar.

El Gobierno lo califica de “terrorista”, pone en duda su salud mental y ha dictado una orden internacional de captura para llevarlo ante la Justicia.

Nadie en la oposición reivindica sus acciones, algunos compatriotas le reconocen “heroísmo” y otros dudan de la autenticidad de sus propósitos, mientras todos se preguntan quién es el rebelde solitario que desafió desde el aire a Maduro.

Sus perfiles en las redes sociales hablan de un cristiano que -como hizo en los citados vídeos- invoca a Jesucristo, se fotografía con los más afectados por la crisis en Venezuela y no tiene reparos en mostrar sus ojos verdes en multitud de fotos, ya sea a bordo de helicópteros o armado debajo del agua en entrenamientos militares.

En una entrevista realizada a Pérez en 2015, difundida en Instagram por otras cuentas, el agente reivindica, pertrechado con un casco, su condición de “funcionario público” que se debe “al pueblo”, y manifiesta su “vocación” de “defender” a la ciudadanía con la claridad y el aplomo de quien está acostumbrado a las cámaras.

La entrevista se la hicieron hace dos años por su papel en una película de éxito venezolana, “Muerte Suspendida”, estrenada en 2015 y en la que Pérez da vida al Inspector Robles.

Está inspirada, según artículos de prensa del momento del estreno, en un caso policial real, el de un empresario portugués raptado en una estación de servicio de Caracas para pedir un rescate millonario a la familia, que fue liberado casi un año después de su captura gracias a la soberbia actuación de la policía científica.

Pérez es -según el director de la película, Óscar Rivas Gamboa- copartícipe de la idea original que llevó a grabar la obra.

No fue el único funcionario en la vida real que participó en el filme, pero sí uno de los más visibles en los medios cuando la cinta se proyectaba en los cines venezolanos.

Como dijo en su momento al diario El Nacional el propio policía metido a actor, “Muerte Suspendida” pretendía mejorar la imagen del cuerpo al que pertenecía y destacar “el trabajo profesional y humano” de la Policía en Venezuela.

“Verán acción sin ningún tipo de dobles. Combates, manejos de caninos, ‘snaiper’ (francotiradores), explosivistas, aeronaves y operaciones tácticas de alta complejidad que los funcionarios realizamos todos los días”, prometía el improvisado intérprete a quienes acudieron entonces a las salas.

Esa misma acción que adelantaba la vio ayer toda Venezuela sin necesidad de comprar entrada.

Perseguido por las fuerzas del orden, Óscar Pérez se ha convertido en el hombre más buscado por las autoridades de Venezuela, por una acto que le deja en el lado de la ley que hasta ahora no conocía.