El papa Francisco: Un símbolo para América Latina

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Por primera vez en 1.300 años, el Vaticano fue gobernado por alguien que no nació en Europa.

Tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, el Vaticano eligió a Jorge Mario Bergoglio como su nuevo papa. El pontífice argentino, quien adoptó el nombre de Francisco, se convirtió en el primer papa jesuita y en el primero proveniente del hemisferio sur. También fue el primer pontífice originario de América y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III, quien falleció en 741.

Con la llegada de Francisco al papado, la iglesia Católica comenzó a reconocer el protagonismo de las periferias. Este cambio marcó un giro importante en la tradicional visión eurocéntrica eclesial, impulsando una nueva etapa de reducción de desigualdades entre las iglesias del norte y del sur.

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La cercanía y humildad de Francisco son palabras que a menudo repiten los fieles latinoamericanos al describirlo. Si bien su mensaje central no se centró en la iglesia misma, sino en Jesús y su evangelio, fue este enfoque el que inspiró a muchas personas a seguir su liderazgo.

Fiel a su origen, el papa Francisco eligió el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, el santo de los pobres. Este fue solo el primero de muchos mensajes de austeridad que envió al mundo, destacando la importancia de la simplicidad y la cercanía con los más necesitados.

Por primera vez en 1.300 años, el Vaticano fue gobernado por alguien que no nació en Europa. Este hecho resalta una de las características más notables del papado de Francisco: su especial atención hacia los lugares periféricos del mundo.

Los expertos coinciden en que los viajes del papa han privilegiado países pobres y postergados, donde la iglesia Católica comenzaba a ser cuestionada por su aparente frialdad y lejanía frente a las emergencias sociales más graves. En estos lugares, Francisco logró revalorizar formas de vida más comunitarias y menos individualistas, enviando un fuerte mensaje de solidaridad.