En medio de una tensa calma amaneció este domingo el lado colombiano del puente Francisco de Paula Santander, que fue escenario de una batalla campal entre quienes intentaron ingresar ayuda humanitaria a Venezuela y las autoridades de ese país que los recibieron con gases lacrimógenos y perdigones.
El paso, que conecta a la ciudad de Cúcuta con la venezolana de Ureña, fue cerrado por las autoridades colombianas por dos días para evaluar los daños ocasionados durante el envío de la ayuda.
Tanto militares como policías, algunos de ellos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), son los encargados de custodiar la seguridad de la zona, que fue acordonada con vallas metálicas de la Policía y Migración Colombia.
Es por eso que, a diferencia de ayer, el puente luce desolado y tan solo un puñado de curiosos, algunos de ellos vecinos de la zona, se acercaron a ver qué estaba pasando.
Lo que sí abunda en el sitio es la basura, principalmente bolsas de agua que marcan el paisaje donde este sábado hubo decenas de personas gritando por la “libertad” de Venezuela.
Del lado venezolano todavía se ve el humo de los dos camiones con ayuda humanitaria que fueron incendiados por la Policía Nacional Bolivariana, según denunció la diputada venezolana Gaby Arellano.
William Villamizar, el gobernador del departamento de Norte de Santander, aseguró a periodistas que espera que la situación se normalice por los pasos fronterizos y que mientras tanto en Colombia se atenderá a los venezolanos que no pudieron regresar a su país.
“La situación debe normalizarse, debe bajar la temperatura, ya demostró el Gobierno de Nicolás Maduro que no va a dejar entrar ninguna ayuda humanitaria, tiene las fronteras cerradas y obviamente no dejará ingresar a los venezolanos”, aseveró.
La jornada del intento de ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela, según detalló anoche el canciller, Carlos Holmes Trujillo, dejó 285 heridos, de los cuales 255 son venezolanos y los 30 restantes colombianos, informa Efe.
La mayoría de estas personas resultaron afectados por gases lacrimógenos y por el “uso de armas no convencionales”.