Carlos Caicedo, el candidato que pretende unir la centro-izquierda del país

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El candidato a la presidencia de Colombia por el movimiento político Fuerza Ciudadana y exalcalde de la ciudad caribeña de Santa Marta, Carlos Caicedo, en una entrevista con la Agencia Anadolu, aseguró que después de ganar la consulta este 11 de marzo buscará la unidad con sectores políticos liberales y de centro para llegar a la jefatura de Estado. Afirmó que al país no le conviene que gane la presidencia un líder de la derecha o izquierda que sea caudillo, polarice y fracture al país.

Caicedo se enfrentará este domingo al exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, en la consulta denominada “Inclusión Social para la Paz”, que decidirá el representante de la izquierda que irá a la primera vuelta de la elección presidencial del próximo 27 de mayo en el país sudamericano.

El exalcalde de Santa Marta, que también fue rector de universidad, afirmó que cumplirá con los acuerdos de paz firmados en 2016; propondrá legalizar la cocaína; será solidario con los migrantes venezolanos y asevera que la guerrilla del Eln deberá decidir entre la paz o la guerra.

¿Cuál es su visión sobre el acuerdo de paz firmado por el Gobierno y la guerrilla desmovilizada de las Farc?

Los acuerdos son para cumplirse e implementarse. Hay una modificación a la JEP que ojalá pudiésemos revisar para que allí no solo estén investigados y juzgados los guerrilleros desmovilizados y militares sino también políticos, empresarios y paramilitares para que de alguna manera esto abra el camino a la verdad y la reparación y avanzar en un proceso de reconciliación.

Se debe retomar el debate de las 16 curules especiales para las víctimas en el Congreso y su aprobación por parte del mismo órgano legislativo es necesaria. 

Considero que es fundamental garantizar el derecho a la vida de los guerrilleros desmovilizados. Por parte de la guerrilla se requiere que entreguen todos los activos y que se aclaren los escándalos que los señalan de tener a terceros como propietarios de sus bienes. 

Usted ha hablado de legalizar la droga, ¿cuál sería su manejo del narcotráfico y la sustitución de los cultivos ilícitos? 

Como el narcotráfico es el principal combustible de todos los grupos armados en Colombia, tenemos que acabarlo. Aunque es una premisa sencilla lo complejo es implementarla. Hay una serie de restricciones jurídicas y morales en torno a la despenalización. La guerra contra el alcohol no la ganó EEUU pese a toda su capacidad y pienso que en la guerra contra las drogas se tiene que cambiar el enfoque.

Debe haber junto con la despenalización una política pública para prevenir el consumo y desestimular los cultivos ilícitos.

Tenemos que buscar que este país que más ha sufrido por las drogas, que más muertos ha puesto y que más ha desangrado su economía por perseguir esta actividad ilícita, sea el que tome la iniciativa para una reforma mundial en el enfoque de política criminal que hay sobre el narcotráfico.

¿Continuaría el diálogo con la guerrilla del Eln pese a sus ataques?

El modelo que eligió el Gobierno fue negociar en medio de la guerra. Soy partidario de que el Eln dé muestras de voluntad de paz al país y a la comunidad internacional. Los hemos exhortado a que renuncien al secuestro como lo hizo las Farc en su momento y que declaren un cese al fuego unilateral que propicie un cese bilateral con el Estado.

El Gobierno tendría que avanzar en la reglamentación de la participación de la sociedad civil a lo que se le ha dado largas.

El Eln de cualquier manera debe tomar una decisión sobre si le apuesta a la paz o se mantiene en la guerra. Hay frentes que son partidarios de la guerra porque tienen un modelo de captura de renta por fuentes como narcotráfico y extorsión.

¿Excluiría a los frentes del Eln partidarios de la guerra de la negociación?

No. El Eln, a pesar de que tiene frentes que están a mi juicio en contradicción, está orientado desde su dirigencia en la mesa de Ecuador. No se trata de que el Gobierno le lance como una serie de señales a la guerrilla para dividirla… Al Gobierno no le conviene que surjan disidencias como en el caso de las Farc donde se hablan de 500 hombres armados.

¿Qué manejo le daría usted a otros grupos criminales en Colombia como las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo?

Pienso que a esos grupos hay que combatirlos y lo máximo sería ofrecerles una política de sometimiento, pero jamás de negociación. Las disidencias de las Farc tuvieron su tiempo de negociación y están ligadas a una política criminal de narcotráfico y el Clan del Golfo es un grupo narcotraficante que elimina a líderes sociales, que seguramente tiene acuerdos con terratenientes y que ha utilizado el método de la eliminación física para expulsar a los campesinos propietarios legítimos de sus tierras que están en búsqueda de recuperar su suelo.

¿Cómo ve el manejo del Gobierno colombiano a la migración venezolana?

Me parece que el Gobierno debe actuar con solidaridad. Se debe pensar en una política migratoria y un plan de atención con las entidades territoriales pidiendo el acompañamiento de Naciones Unidas, el ACNUR y la cooperación internacional.

Creo que los controles son necesarios, pero en este caso el país tiene que atender a la gente que quiere pedir asilo, refugio o ingresar al país por un espacio temporal mientras las condiciones en Venezuela mejoran. Pienso que cualquier crisis es una oportunidad… Se podría desde el Gobierno, por ejemplo, generar incentivos para que ciertas empresas se muevan a la zona fronteriza. 

En estas situaciones Colombia debe aprender de los países del Oriente Medio que han estado sometidos a guerras donde el tema de la migración es el pan de cada día. 

¿Cómo se comportaría un Gobierno suyo frente a la situación de Venezuela?

Soy partidario de la carta de las Naciones Unidas. Yo creo en la soberanía nacional, en la autodeterminación de los pueblos, en la independencia de los países. No me gusta la intromisión extranjera en nuestro país por tanto no creo que se deba hacer lo mismo al vecino. En mi caso siempre voy a estar de lado de la defensa de los derechos humanos, y clamamos que se respeten las libertades políticas a toda la oposición en cualquier país. Pero eso implica que la oposición respete las reglas de juego y no exhorte a la violencia, a golpes de Estado. 

No comparto el modelo venezolano, no soy amigo de los militares golpistas de derecha o de izquierda ni los modelos políticos que se basan en la polarización de las sociedades porque eso puede conducir a la ruptura y la guerra civil.

Soy respetoso de lo que pasa en otros países y en lo que pueda mediar lo haré más aún cuando Colombia ha llamado a Cuba y Venezuela a que medien en sus propios asuntos como en los diálogos de paz.

¿Buscaría alianzas con otros candidatos después de la consulta que lo enfrenta a Gustavo Petro?

Espero ganar para convocar la unidad con Sergio Fajardo y todos los sectores que lo están respaldando, y a Humberto de la Calle y los movimientos que lo siguen. La unidad es fundamental para ganar en primera vuelta y para luego gobernar con los que tenemos afinidad con la paz y una economía productiva con inclusión social e instituciones transparentes.

Si Petro vence en la consulta y no yo, confiaría en que él sea el que convoque y una para que se pueda ganar y en esa medida acompañaré. 

¿Qué opina de las alianzas y acuerdos económicos con otros países?

Yo pienso que toda alianza es positiva si esta piensa no solo en los gobiernos y los empresarios sino en la economía, los trabajadores y el conjunto de la población.

Muchas veces estos tratados comerciales se piensan en los sectores económicos y políticos que en mayor medida se van a beneficiar… Siempre hay una oportunidad en la integración y la movilidad de recursos, conocimiento y personas entre naciones, pero hay que generar mecanismos de protección a nuestra propia capacidad productiva debido al riesgo de que una economía más grande absorba a la del país.

¿Qué visión tiene del conflicto palestino-israelí y qué comportamiento tendría frente a él su Gobierno?

Pienso que hay que darles garantías a las minorías frente al Estado hegemónico. En ese sentido hay que acudir a rodear al débil. En el caso de Palestina pienso que a su comunidad se le han vulnerado sus derechos. Su pueblo históricamente existía en un sector ahora ocupado por Israel.

No se trata de no reconocer el Estado de Israel. Pero como es una realidad Israel, debe ser una realidad Palestina. De manera que la posición nuestra será el reconocimiento de ambos Estados.